Vivimos en un mundo en que
debemos hacer confluir todos los aspectos esenciales para tener una buena
calidad de vida: emocional, mental, espiritual y material. Si uno de estos
aspectos vitales falla, afecta nuestra existencia inmediatamente.
Quienes se dedican a la labor
holistica hacen un trabajo tan valido a ser valorado y remunerado como
cualquier otro oficio y que involucra espacio, tiempo invertido, conocimiento,
experiencia y un costo de oportunidad, por lo cual también debemos entender que
el dinero es un flujo de energía que nos ayuda a mantenernos con los pies en la
tierra, y que visto como abundancia, no es más que el valor agregado a nuestro
equilibrio mental, emocional y espiritual.
En la cosmogonía del antiguo Egipto, la abundancia
era el resultado de una realización plena y visto de este punto de vista
podemos concluir que cualquier cosa que necesitemos es proveída cuando estamos
fluyendo. Sin embargo este fenómeno de rechazo al dinero y de invalidación
profesional ocurre en todo nivel de oficios, no solo se objeta en las
enseñanzas o terapias espirituales.
Hay mucha gente que tiene
introyectado el paradigma de invalidarse a través del dinero. Sin animo de
generalizar, existieron muchos casos de padres y profesores municipales hijos
de la generación del miedo, que enseñaron equívocamente a sus hijos y
discípulos un mundo basado en sus propias frustraciones, afirmando frases tales como "el trabajo duro es el bueno, ser pobre es la virtud, el dinero es sucio, el sufrimiento redime, no se ilusionen con llegar lejos, esto es lo que hay, etc. etc.", pero esas ideas son grandes falacias
que solo limitan la visión para
superarse y aspirar a tantas posibilidades, que muchos no lograron ver. En
algunos casos programaron de niños el futuro profesional de muchos hombres con
lo que querían para ellos, no
permitiéndoles elegir su vocación y
frustrándolos a la larga. En casos más extremos otros fueron ninguneados con un
“no sirves para nada” saboteando a futuro “su derecho a tener” a nivel incluso
insconciente.
En este mundo hay lugar para
todos, que esto no se vea reflejado a un nivel macro también tiene sus otras
aristas en el desequilibrio político-económico y social del modelo neoliberal
existente, pero aquí ya pasamos a un problema social colectivo, hijo de la
eterna historia de la humanidad y la lucha de clases. Podemos -sin embargo y al
menos- bailar en el sistema capitalista (Nicanor Parra).
¿Cómo poder extraer estos
paradigmas? Simplemente sentenciando y decretando al universo:
“Estoy en comunión conmigo mismo, con una sensación de bienestar, de
equilibrio, estimulación y conexión con el Todo. Yo tengo derecho a tener. Yo
tengo derecho a sentir. Yo tengo derecho a obrar. Yo tengo derecho a amar y ser
amado. Yo tengo derecho a decir y a escuchar la verdad. Yo tengo derecho a saber.
Sé lo que quiero, y tengo confianza en ser capaz de manifestarlo. Tengo
suficiente fe en mí mismo a asumir riesgos, aceptar los desafíos, y a
realizarme. Soy creativo y bueno en lo que hago y tengo el hábito de tomar las
medidas necesarias para hacerlas realidad. Me siento digno de recompensa o
compensación por mis esfuerzos. Soy capaz de visualizar mis metas y sueños. Soy
parte de algo grande y maravilloso. Mi vida tiene un propósito. Estoy en
sintonía con el Universo, con el entorno y con los otros.”
@ Michelle Valencia G. 27-01-2013
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